El próximo miércoles, 24 de noviembre, sale a la venta el último DVD de la colección Studio Ghibli que la compañía Aurum empezó hace casi un año, con motivo del lanzamiento de "Ponyo en el acantilado". Es una colección en la que han editado los más estimables títulos de la famosa compañía de animación japonesa, ente los que se encuentran las joyas de la corona: la edición de todas las películas que Hayao Miyazaki ha realizado con esta compañía. Hay un dato muy curioso, y es que, a pesar de ser 9 las colaboraciones del director nipón con la compañía de animación, tan sólo 8 están editadas en DVD. El por qué está bien claro: "El viaje de Chihiro", el film que le valió todos los reconocimiento habidos y por haber, estaba editada por otras compañías, Vértigo y Jonu media entre otras, y nunca ha dejado de editarse en DVD. De hecho, si veis el vídeo de arriba, que es el trailer promocional de la colección Studi GHibli que aparece en todos los DVDs (con el precioso tema "Mother of the sea" de "Ponyo en el acantilado"), comprobaréis que esta cinta no aparece.
Sin embargo, Miyazaki no comenzó con Studio Ghibli, pues anteriormente realizó otra película "Lupin III: el castillo de Cagliostro", que está dirigida por él pero que no pertenece a la compañía (todavía no había sido creada). Así que en total suman 10 las películas del director japonés, a falta de estrenarse "Porco Rosso: the last sortie", la segunda parte de las aventuras del cerdo aviador, desarrollada durante la guerra civil española.
¿Y por qué suelto todo este royo? Pues porque, como fiel seguidor de este gran director, y como buen motivo para vérmelas todas otra vez (las compré y las dejé abandonadas), he decidido realizar una serie sobre este gran cineasta, verdadero exponente del cine de calidad y uno de los pocos realizadores, junto con Clint Eastwood, Christopher Nolan, David Fincher y Martin Scorsese, cuyo nombre es actualmente sinónimo de cine de calidad. Sus películas, dotadas de una elegancia y tradicionalidad casi inauditas, compiten seriamente con la nueva oleada de películas de animación por ordenador que parece arrasar en los cines. Pero no sólo es su tradicionalidad lo que le hace un grande, sino que hay una serie de factores que le hacen ser, además, un director de culto, un autor, con unos temas recurrentes que nunca faltan en sus películas:
Amor por la naturaleza.
Décadas antes de que se iniciara esta moda sobre el ecologismo, Miyazaki ya hablaba sobre la relación del hombre con la naturaleza. Tema recurrente en la mayoría de sus películas, su fantasía, alejada de los tradicionales dragones, elfos o enanos, se centra en esa relación entre ser humano y naturaleza, como si fuera algo que nunca vaya a producirse. En algunas películas, como "Mi vecino Totoro", su última "Ponyo en el acantilado", su primera con el estudio "Naussica del valle del viento", pasando por su primera obra maestra "La princesa Mononoke", este es el tema principal. En otras, simplemente, la historia se desarrolla en el campo o en el bosque o algunos personajes viven alejados de la ciudad, siendo la naturaleza sinónimo de relajación, paz y tranquilidad.
Fuertes personajes femeninos
Durante su infancia, la madre de Miyazaki enfermó gravemente de tuberculosis, lo que la tuvo apartada de su vida mucho tiempo. Ese periodo marcó mucho al director, hasta el punto de que en todas sus películas aparezca un personaje femenino, ya sea principal o secundario, que tiene un fuerte carácter. Ahora me acuerdo de la madre de "Ponyo en el acantilado", algunos personajes de "Niky la aprendiz de bruja, como la mujer del panadero, o la mala de "El castillo en el cielo".
Pasión por los aviones.
Cuando la familia Miyazaki se trasladó de su pueblo natal a Kasnuma, su padre montó un negocio relacionado con la aviación. Allí se encargaban de construir los timones de cola para los caza Zero durante la II Guerra Mundial. Ese contacto con los aviones marcó profundamente a Miyazaki, y así, en todas sus películas, se hace alusión al mundo de la aviación, ya sea por medio de aviones ("Porco Rosso"), de grandes dirigibles ("El castillo en el cielo"), escobas mágicas ("Niky la aprendiz de bruja") o toda serie de artilugios voladores.
Desde las profundidades.
En el curioso documental "Hayao Miyazaki y el Museo Ghibli", se hace alusión a un tema recurrente del director que demuestra su genialidad a la hora de realizar fantasía. En este género, el héroe siempre acaba sus historias entrando en las profundidades: en un castillo, en una cueva, en una guarida, para simbolizar las opresión y terror del villano de turno. Miyazaki hace todo lo contrario: sus personajes empiezan sus aventuras en las profundidades y es saliendo a la superficie cuando se sienten libres, liberación que supone para Miyazaki la madurez como individuo. Claros ejemplos de esto se muestran en "Ponyo en el acantilado" (la pececilla descubre el mundo exterior), "Mi vecino Totoro" (vive en las profundidades de un alcanforero) y, fundamentalmente, "El viaje de Chihiro".
Los "momentos Miyazaki"
Este es un término que me he inventado yo, pero que seguro todos habéis experimentado en sus películas. Me refiero a esos momentos simples, sin ningún interés aparente, que en cualquier otra película supondría una escena más, pero que en manos de Miyazaki se convierten en momentos absolutamente mágicos, inolvidables, en el que música, montaje, ritmo y animación, se unen sin saber cómo exactamente para formar algo único. Me refiero a momentos como la parada del autobús de "Mi vecino Totoro", las escenas de la niña sobre el agua, la montaña de barcos o las señales de luz en "Ponyo en el acantilado", o la parte en la que andan por el aire al principio de "El castillo ambulante". Momentos indescriptibles, a priori insulsos, que cuando las ves no sabes exactamente cuál es el motivo por el que emocionan, pero lo hacen. Esos momentos mágicos son también una seña de identidad del director, algo que cuando muera, y esperemos que suceda dentro de mucho, desaparecerá para siempre.
Seguramente haya muchos temas más, pero he decidido exponer los más claros, los más genuinos y exclusivos de su maravilloso cine, el cual me dispongo a volver a disfrutar. Lógicamente, no tendré la presión que tuve con el anterior ciclo de los Oscar, pues tenía el tiempo limitado. Espero que esto sea más holgado, pero no por ello menos intenso y constructivo. A ver qué tal sale.
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