domingo, 29 de noviembre de 2009

1950: Todo acerca de Eva

EVA AL DESNUDO

Título original: All about Eve
Año: 1950
País: EE.UU.
Duración: 132 min.
Fecha de estreno en España: 12 de abril de 1952
Director: Joseph L. Mankiewicz
Guión: Joseph L. Mankiewicz
Música: Alfred Newman
Montaje: Barbara MacLean
Fotografía: Milton Krasner
Productor/es: Darryl F. Zanuck
Compañía: 20th Century Fox
Intérpretes: Bette Davis, Anne Baxter, George Sanders, Celeste Holm, Gary Merrill, Thelma Ritter, Marilyn Monroe et al.

Ganadora de 6 Oscar: película, director, guión, actor secundario, vestuario, sonido

Eva Harrington es una joven enamorada del teatro. Esta pasión le lleva a viajar a Nueva York para ver a su ídolo, Margo Chaning, una de las mejores actrices de Broadway. Tal es su adoración por esa actriz que Eva la espera todos los días a la salida y a la entrada del teatro y se ve todas y cada una de las representaciones. Una noche contacta con Karen, la esposa de un famoso guionista de Broadway y mejor amiga de Margo para que, por medio de ella, le ayude a conocer a su ídolo. Finalmente se conocen y surge entre ellas una gran amistad. Eva comienza entonces a codearse con las estrellas del espectáculo e incluso hace sus pinitos en el teatro... pero es en ese momento en el que descubren que es una grandísima actriz y que su belleza y juventud hacen de ella una prometedora estrella. Será entonces cuando surjan en ella aires de grandeza y comience una competencia desleal ante su antigua amiga e ídolo Margo Chaning.

En esta edición de los Oscar, los intérpretes y, en especial las actrices, obtuvieron un gran protagonismo. Las dos grandes triunfadores de este año están protagonizadas por féminas: "El crepúsculo de los dioses", una de las mejores películas de Billy Wilder, tenía a Gloria Swanson como protagonista y en "Eva al desnudo" cuatro eran las actrices en papeles importantes. De hecho, fueron sus cuatro actrices (dos en un papel principal y dos en un papel secundario) las que estuvieron nominadas, alcanzando así la película la nada desdeñable cifra de 14 nominaciones. Y es que "Eva al desnudo" una de las mejores películas de los Oscar (se me está poniendo difícil el top 10) merece todas ellas y más.

Como se trata de una película sobre el teatro, sus intérpretes y el mundo que les rodea, "Eva al desnudo" es un filme de actores. A pesar de una dirección muy sólida y de un guión soberbio, es sobre ellos donde recae todo el peso de la película. Los actores masculinos están realmente bien, pero es George Sanders (al que vimos en "Rebeca" hace unos cuantos años) el que se lleva la alma. Su papel de locuaz y mordiente crítico teatral goza de una intensidad y un carisma insólitos. Incluso se puede decir que él es el que mejor parado sale de toda la película. Una interpretación que le valió un Oscar al mejor actor secundario.

Pero son las actrices las que dominan esta película. Las dos secundarias, Thelma Rither y Celeste Holm, hacen un gran trabajo, pero son las dos protagonistas las que vuelan por encima de todas ellas e incluso de todos los demás intérpretes del film. La gran Bette Davis, en el papel de Margo Chaning, una gran actriz a la que todo el mundo adora pero que se está haciendo mayor, está perfecta en una de las mejores interpretaciones que se hayan podido dar en la historia del cine. La preciosa Ann Baxter compone a una dulce y decidida Eva Harrington, un personaje al principio inocente, pero que se complica y endurece a lo largo de la película. Un personaje muy complejo, que llega a su culmen en una de las secuencias finales, la del hotel, en un memorable duelo interpretativo en el hotel. Con estas dos grandes actrices y lo bien que actúan me extrañó en un principio que no ganaran ninguna el Oscar a la mejor actriz. Pero es que ese año estaba nominada Gloria Swanson por la anteriormente mencionada "El crepúsculo de los dioses", que fue quien ganó sin discusión alguna. Se cuenta que cuando esta recibió el premio a la mejor actriz, Bette Davis la comentó: "Querida, ¿por qué no pudiste esperar hasta el año que viene?".

En definitiva, un auténtico peliculón cuyos dos pilares fundamentales son un grandísimo guión y unas interpretaciones colosales, especialmente de la pareja de actrices protagonistas, aunque el resto de actores están magníficos. Un filme imprescindible para todo amante del cine. Desgraciadamente, las dos siguientes películas no le llegan a "Eva al desnudo" ni a la altura del betún.

jueves, 26 de noviembre de 2009

1949: Un gran poder conlleva una gran responsabilidad

EL POLÍTICO

Título original: All the king's men
Año: 1949
País: EE.UU.
Duración: 120 min.
Director: Robert Rossen
Guión: Robert Rossen, según la novela homónima de Robert Penn Warren
Música: Louis Gruenberg
Montaje: Al Clark
Fotografía: Burnett Guffey
Productor/es: Robert Rossen
Compañía: Coluimbia Pictures
Intérpretes: Broderick Crawford, Mercedes McCambridge, John Ireland, Joanne Dru, John Derek, Shepperd Strudwick, Anne Seymour et al.

Ganadora de 3 Oscar: película, actor principal, actriz secundaria

Willy Stark es un campesino que decide dedicarse a la política, soltando discursos entre la gente para protestar contra el sistema. Aunque alcanzó gran fama con su honradez y carisma, fracasa en todos sus objetivos y se olvida de esa manía estúpida. Pero años después regresa el gusanillo de la política y decide presentarse a gobernador del estado. Allí, a pesar de caer derrotado, conoce los métodos que utilizan los políticos para triunfar en unas elecciones, con lo que decide aplicarlas él mismo. Es en ese momento en el que Willy, ansioso de poder, empleará todos los medios que están en su mano para ganar, aunque ello suponga alejarse de la honradez con la que fue conocido en sus inicios.

Posiblemente esta película no os suene. Su título original, "All the king's men" (Todos los hombres del rey) puede que os suene más, por aquello de ser un reciente remake de esta película, protagonizada por Sean Penn y Anthony Hopkins entre otros. Pero no estoy hablando del remake, sino de "El político", la ganadora del Oscar a la mejor película en esta edición, un ejemplo de film que pudo haber sido una de las grandes pero no lo fue por una principal causa: la dirección.

"El político" es una película muy sosa. Esa es la palabra. Posee una interpretación intensa del protagonista, sí, pero carece de ritmo, de garra, de fuerza. Hay momentos en lo que atrapa y engancha, pero se desvanecen para volver después. Es una película con muchos altibajos que incluso puede llegar a resultar aburrida. Y es una lástima, porque goza de una interpretación impresionante de Broderick Crawford, pero sobre todo de un grandísimo guión, no por las frases o diálogos, sino por la complejísima construcción de los personajes. Sorprende que en esta película, que aparenta tan poca cosa, se escondan personajes tan complejos, con tantos matices. Ninguno es blanco o negro, sino grises. No sabes por donde van a salir.

Y es que la película no es simplemente una crítica a la política, sino a todos los que ansían el poder, no ya como jefes de estado, sino médicos, jueces y demás personajes que pueden alcanzar poderío. Ningún personaje se salva. No hay un personaje que pueda considerarse bueno completamente. Algunos tienen oscuros secretos que sacar a la luz, otros no parecen tan justos y otros, simplemente, cambian de forma de pensar como quien cambia de chaqueta, siempre que se vean favorecidos. Hay un personaje femenino que cambia tanto de partido y de forma de pensar, que creía que eran dos personajes distintos interpretados por dos actrices distintas. Pero eran la misma. Incluso el propio protagonista tiene algo que lo hace moralmente dudoso.

Este tipo de personajes, tan oscuros y complejos son típicos del mejor cine negro que jamás se ha realizado. Y he ahí el problema de "El político": no es cine negro. Si el filme hubiera tenido más intensidad, más fuerza, más oscuridad, más crudeza (mucha más de la que tiene), habría podido convertirse en un peliculón. El tema de la corrupción política y cómo salpica incluso a las personas que se creían más honradas, es un tema que le viene como anillo al dedo al género negro. Ya hay películas, como "Chinatown" que hablaron de la corrupción política en uno de los mejores ejemplos de cine negro que existen. Pero "El político" no lo es, y con ello se echa a perder unos personajes tan ricos de los que se saca mucho partido, pero se podría haber sacado mucho más.

En definitiva, una película insulsa, sin fuerza, a ratos aburrida, con unos personajes muy complejos que podían haber sido mejor tratados en una cinta más profunda y tenebrista. Unas interpretaciones magníficas, sobre todo la del actor principal. No se le puede negar la osadía de estrenar este tipo de película en el año 1949, ni tampoco se puede decir que sea mala (que no lo es), pero es una cinta que deja mucho, muchísimo que desear.

Y entramos en la década de los 50, unos años en los que la calidad de muchas de las películas es bastante dudosa e inexplicable es que hayan ganado tan distinguido premio, habiendo otros filmes de mejor calidad. No sólo llama la atención esto, sino la cantidad de películas indignas que lo han ganado, a veces incluso de forma consecutiva. ¿Supondría esto los primeros avisos de la decadencia de la industria hollywoodiense? Habrá que esperar, a ver que nos depara el futuro. O mejor dicho, el pasado...

lunes, 23 de noviembre de 2009

1948: Cuando el teatro y el cine se fusionan

HAMLET

Título original: Hamlet
Año: 1948
País: Gran Bretaña
Duración: 150 min.
Fecha de estreno en España: 17 de noviembre de 1949
Director: Lawrence Olivier
Guión: William Shakespeare
Música: William Walton
Montaje: Helga Cranston
Fotografía: Desmond Dickinson
Productor/es: Lawrence Olivier
Compañía: J. Arthur Rank Enterprise/Two Cities
Intperpretes: Laurence Olivier, Jean Simmons, Eileen Herlie, Basil Sydney, Peter Cushing, Felix Aylmer, Stanley Holloway, Esmond Knight, Anthony Quayle, Christopher Lee et al.

Ganadora de 4 Oscar: película, director, vestuario, dirección artística

Hamlet, heredero al trono de Dinamarca, recibe una noche la visita del fantasma de su difunto padre. Este le confiesa que fue asesinado por su hermano, el tío de Hamlet y actual rey. Desde ese momento, el joven príncipe deberá buscar la forma de matar al actual monarca para vengar así la muerte de su amado padre.

En muchas de mis visitas a los teatros madrileños para deleitarme con el arte de los mejores dramaturgos españoles, mi hermano y yo solemos discutir sobre un tema la mar de interesante: si grabas con una cámara una obra de teatro, ¿es cine o una simple obra de teatro filmada? Puede que parezca una chorrada de tema, pero en boca de dos personas que saben (no mucho) de cine y de teatro la discusión puede durar horas sin una solución clara. Pero es entonces cuando llega a mi conocimiento una película que pretende esclarecer más o menos el tema de tan aparentemente complicado dilema: "Hamlet", dirigida por Sir Lawrence Olivier, una auténtica obra de teatro filmada. Aunque, si digo la verdad, creo que esta película no supone una solución al debate, pues no es una película: es un peliculón.

Como he dicho, esta versión de Lawrence Olivier sobre la famosa obra de William Shakespeare es una auténtica obra de teatro. No tiene un guión adaptado a partir de la obra del dramaturgo inglés, si no que ese texto, con algunos recortes, es el que sirve de guión a la película, de tal forma que los actores recitan los versos de "Hamlet" ante la cámara. Asimismo, las interpretaciones están igual de cargadas como si de una actuación de teatral se tratase. Incluso los decorados se nota que son de cartón piedra (curioso que haya ganado el Oscar a la mejor dirección artística), eso sí, muy elegantes. A pesar de todo, Sir Lawrence Olivier dirige a los actores con soltura y todos ellos están magníficos, especialmente el propio Olivier, el único actor hasta el momento que ha ganado un Oscar al mejor actor dirigiéndose a sí mismo. Con todo esto y ante los ojos de un espectador poco acostumbrado, la película puede parecerle repugnante y un tanto complicada de entender con tanto verso. Es cierto que, para aquellos espectadores a los que no les guste el teatro, "Hamlet" no les va a gustar.

Pero si "Hamlet" ganó un Oscar a la mejor película es porque tiene que ser una película y, en efecto, es. ¿Qué hace que se la considere como tal? Pues unos movimientos de cámara estudiados y una fotografía y un montaje previamente planificados. La película, a pesar de que posee factores puramente teatrales, como la interpretación o los decorados, tiene una narración cinematográfica. Esta es la diferencia entre un teatro filmado (una videocámara que rueda, por ejemplo, una ópera de Mozart) con una obra de teatro narrada con lenguaje cinematográfico. En la película que nos ocupa, un ejemplo de narración cinematográfica está en la preciosa secuencia en la que toda la corte presencia la obra de teatro, con una cámara que se mueve repetidamente, de derecha a izquierda de la pantalla, mostrándonos de cara la función y de espaldas y entre sombras a los espectadores, secuencia que demuestra que el señor Olivier no sólo era un gran director escénico, si no un muy buen director de cine, merecedor del Oscar también en este apartado.

Así que, a modo de conclusión, se puede decir que "Hamlet" es un perfecto híbrido entre obra de teatro y película cinematográfica, donde delante de la pantalla hay unos actores espléndidos y un atrezzo digno de los mejores teatros del mundo, pero que detrás hay una planificación de cada escena y un director que no titubea a la hora de contar cosas a través de las imágenes y no sólo por medio de la palabra. Este estilo se intentó imitar 13 años después en nuestro país, con "La venganza de Don Mendo", adaptación de la divertida obra de Pedro Muñoz Seca por el excelente actor Fernando Fernán Gómez, pero que no alcanzó la maestría y la belleza que alcanzó la obra más famosa de Lawrence Olivier.

PD: Para gozar de la película en todo su esplendor es recomendable verla en versión original, para disfrutar de la musicalidad de los versos de Shakespeare y la fantástica entonación de los actores, pero hay que reconocer que el doblaje es absolutamente magistral. Tal calidad alcanza, que la única versión disponible en DVD de esta película no ha sido remasterizada ni redoblada, por temor a que lo puedan estropear. Eso sí, la calidad de imagen y sonido dejan mucho que desear.

domingo, 22 de noviembre de 2009

1947: Cómo ser judío y no morir en el intento

LA BARRERA INVISIBLE

Título original: Gentelman's agreement
Año: 1947
País: EE.UU.
Duración: 120 min.
Fecha de estreno en España: 27 de enero de 1949
Director: Elia Zakan
Guión: Moss Hart, según la novela homónima de Laura Z. Hobson
Música: Alfred Newmnan
Montaje: Harmond Jones
Fotografía: Arthur Miller
Productor/es: Darryl F. Zanuck
Compañía: 20th Century Fox
Intérpretes: Gregory Peck, Dorothy McGuire, John Garfield, Celeste Holm, Anne Revere, June Havoc, Albert Dekker et al.

Ganadora de 3 Oscar: película, driector, actriz secundaria

Phillip Green es un periodista que acaba de llegar a Nueva York con su hijo y su madre. Su editor, el señor Minify, le ha pedido que escriba una serie de artículos sobre el antisemitismo, pero debido a que hay gran cantidad de ellos, quiere que Phillip le de un punto de vista especial y novedoso, para que la gente se sienta atraída. Al principio Phil no encontrará el enfoque necesario para su artículo, pero una noche da en el clavo: como es un recién llegado y nadie le conoce, se hace pasar por un judío, para sentir en sus propias carnes los sucesos que quiere escribir. Pero lo que parecía un mero método para escribir su artículo se convertirá en una auténtica obsesión.

Elia Kazan, afamado director de origen turco, no es demasiado bien recibido en EE.UU. sobre todo después de esa mala fama que cogió delatando a sus compañeros de profesión durante la Caza de Brujas. Pero no hay que negar que fue un gran cineasta y dirigió dos grandes películas como "Un tranvía llamado deseo" o "La ley del silencio". Pero en esta ocasión no tuvo tanta suerte, o tanto talento, pues "La barrera invisible" o "Pacto de caballeros" como indica su título anglosajón, no alcanza ni a la altura del betún a las dos cintas mencionadas anteriormente.

"La barrera invisible" es parecida a "Los mejores años de nuestra vida" en relación a que no hay nada que sobresalga por encima de todo. Salvo que en este caso, nada alcanza la maestría de la película de Wyler, ni muchísimo menos. Lo único que se podría destacar es la actuación del siempre excelente Gregory Peck, que realiza una gran interpretación, pero no al nivel de otras películas como "Moby Dick" o "Matar a un ruiseñor". Al filme le falta intensidad, garra, fuerza, sus situaciones, que en teoría deberían impactar y conmover, no cumplen ninguna cosa. Es una cinta que te deja con la misma sensación que antes de verla.

Lo único que hace interesante a esta película es su guión o, mejor dicho, su argumento. Es interesante ver las reacciones de la sociedad de aquella época ante los judíos y las distintas situaciones que el protagonista vive, como ser rechazado en un hotel, mandar dos cartas a distintos periódicos, una con su nombre original y otro con un nombre judío (intuís cual fue la que aceptaron, ¿verdad?), e incluso personas que, aunque no eran antisemitas y respetaban a los judíos, tenían miedo de presentárselos a sus familiares o amigos. Sin embargo, como he mencionado antes, ninguna impacta ni llama excesivamente la atención.

En principio, no es una película que merezca demasiado todos los Oscar que ganó, pero viendo las películas competidoras con ella (ninguna de ellas destacable) y que acababa de terminar la 2ª Guerra Mundial, había una gran sensibilidad por el colectivo judío, masacrado en ese conflicto, con lo que seguramente, en aquella época, la película estuvo de rabiosa actualidad. Ahora, aunque aplicable a otros colectivos actuales, interesa lo justo, pero no lo suficiente, como para ser digna ganadora. De hecho, en esa edición de los Oscar, hubo un buen reparto de premios, siendo 12 las películas galardonadas, sin que hubiera una que destacara por encima. En fin, una película que, como se suele decir, ni fu ni fa.

sábado, 21 de noviembre de 2009

1946: Héroes de papel higiénico

LOS MEJORES AÑOS DE NUESTRA VIDA

Título original: The best years of our lives
Año: 1946
País: EE.UU.
Duración: 163 min.
Fecha de estreno en España: 18 de marzo de 1974
Director: William Wyler
Guión: Robert E. Sherwood, según la novela "Glory for me", de Mackinlay Kantor
Música: Hugo Friedhofer
Montaje: Daniel Mandell
Fotografía: Gregg Tolland
Productor/es: Samuel Goldwin
Compañía: MGM
Intérpretes: Dana Andrews, Fredric March, Myrna Loy, Harold Russell, Teresa Wright, Virginia Mayo, Cathy O'Donnell, Hoagy Carmichael et al.

Ganadora de 7 Oscar: película, director, guión adaptado, actor, actor secundario, montaje, música

Homer, Al y Fred son tres veteranos de guerra que, tras finalizar la 2ª Guerra Mundial, se disponen a volver a casa a comenzar una nueva vida. Muchos han sido los años que han pasado fuera y ansían como nunca regresar, pero al llegar allí descubrirán que muchas cosas han cambiado y verán que todo por lo que han luchado, todo lo que han vivido, no sirve de nada en el mundo real.

El cine bélico es un género muy tratado en el cine y muy socorrido también, pues puede abarcar desde cine de acción, hasta histórico, policiaco, cine negro, o incluso comedia. De hecho, muchas de las mejores películas de la historia de los Oscar, como "Lo que el viento se llevó", "Casablanca", "Sin novedad en el frente", "El puente sobre el río Kwai" o "Lawrence de Arabia" entre otras, tienen el trasfondo de una guerra. Esto es lógico, teniendo en cuenta que tanto el cine como la guerra alcanzaron su auge en el siglo XX. Pero nunca, o casi nunca, nos han contado que pasa después de una guerra. No ya la miseria de los pueblos y ciudades partícipes, sino cómo era la vida de los guerreros que lucharon en los conflictos tras volver a casa, cómo podían enfrentarse a la vida después de lo que habían vivido, cómo olvidar todo el horror que habían sufrido y volver a ser los de antes. Como para todo hay una primera vez surgió "Los mejores años de nuestra vida", posiblemente, una de las mejores películas de toda la historia de los Oscar.

Algunos se sorprenderán y se asustarán al ver que la película dura casi tres horas (no entiendo esa manía, pero bueno), pero creedme si os digo que son casi tres horas de cine en estado puro. Si la anterior ganadora era una película fruto de la asombrosa interpretación de Ray Milland, en esta no hay un aspecto que destaque por encima de los demás, no porque no estén a la altura de las circunstancias, sino porque todo, absolutamente todo, es maravilloso. Es un ejemplo de interpretación, montaje, fotografía, dirección, música e incluso sonido, y todo ello a un altísimo nivel, de tal forma que te puedes encontrar una secuencia dominada por la intensidad de los actores y la siguiente todo fruto de la maestría del director con la cámara, a la siguiente una secuencia meramente dramática con una música magnífica y al otro una escena cómica. Y todo ello sin desentonar en absoluto, con una elegancia casi insólita.

El reparto, sin que figuren grandes estrellas, es asombroso, principalmente los tres protagonistas principales. Dana Andrews (que es un hombre, a pesar de su afeminado nombre) está magnífico en el papel de Fred Derry, un piloto de aviones que descubre que su despampanante mujer sólo está con él por su dinero y para presumir de un marido héroe de guerra. En cuanto guarda el uniforme militar, ella le pide que se lo ponga. Cuando deja de cobrar la pensión que le daba el ejército y Fred debe trabajar de heladero (hay una sutil diferencia entre ser general y vender helados, aunque me gusta más la segunda opción) ella no consiente salir con alguien que tiene ese trabajo. Fredric March está inconmensurable en su papel de Al, el personaje que, a priori, es el que menos problemas tiene: una familia feliz, una esposa que le ama, unos hijos maravillosos... pero debe volver a su antiguo trabajo de banquero y en un rol que no le gusta: encargado de proporcionar préstamos a veteranos de guerra, con lo que debe debatirse entre no prestar dinero para así contentar al banco, o compadecerse de sus compañeros veteranos y concederles el crédito. Esta interpretación le valió el merecidísimo Oscar al mejor actor.

Pero el personaje más asombroso es el de Homer, un marino que nunca luchó en un combate, pero que perdió las dos manos en un accidente naval. El papel está interpretado por Harold Rusell, un actor amateur, un veterano de guerra real, que perdió las manos de verdad en la 2ª Guerra Mundial. Los ganchos que lleva por manos, para el asombro de todos, no son efectos visuales, sino ganchos reales, como se puede comprobar en las fotos que le hicieron al recoger el merecidísimo Oscar al mejor actor secundario. Según cuentan, William Wyler le descubrió en uno de sus documentales sobre los veteranos de guerra y le contrató para su siguiente proyecto, que fue este. Después de este papel, alcanzó tal fama, que colaboró con distintas asociaciones en defensa de los minusválidos, consiguiendo grandes logros. Su papel en la película es realmente espeluznante, interpretando a un joven que, atormentado por lo que piensen los demás sobre sus manos, se aísla completamente de su familia, incluso de su prometida, complicando su relación de manera alarmante. Además, el improvisado actor consiguió un Oscar honorífico, siendo el único actor en la historia de estos premios que ha ganado dos estatuillas por el mismo papel.

El resto de actores también le va a la zaga, o mejor dicho de actrices, pues el resto, salvo algún que otro personaje (el tío Butch, por ejemplo), son féminas. Myrna Loy y Virginia Mayo interpretan, respectivamente, a las esposas de Al y Fred, ambas con gran eficacia. Cathy O'Donnell, en el papel de Wilma, la novia de Homer, derrocha amor y ternura con su interpretación. Pero si hay una actriz que deslumbra a todos con su presencia es, por supuesto, mi adorada Teresa Wright. Su papel, al principio como una simple ama de casa, hija de Al, derrochando dulzura y enamorándonos literalmente de ella, evoluciona hasta convertirse en la partícipe de un romance imposible de llevar a cabo, lleno de sufrimiento y angustia, que la joven actriz recrea a la perfección. Es lamentable que se llevase el Oscar por su insulso papel en "La señora Miniver" y en esta película no lograse tal galardón, y ni siquiera estuviese nominada.

Pero como he dicho, el reparto, a pesar de estar insuperable, no es lo único que tiene la película, sino que el apartado técnico es, sencillamente, magistral. William Wyler, después de su lamentable participación en "La señora Miniver", se resarce con con esta película, demostrando una maestría narrativa como pocas veces he podido ver en un director. El montaje, la fotografía, la música e incluso el sonido son empleados de forma impecable por el realizador germano-estadounidense, llegando a su culmen en la secuencia de la boda del final, una secuencia que deberían poner en todas las escuelas de cine como ejemplo de lo que es el uso del montaje y del sonido en la narración cinematográfica. Describiría en qué consiste esta grandísima secuencia, pero sería desvelar el final y no me gustaría. Además, quiero que veáis la película y descubráis esa escena vosotros mismos.

Como veis, el éxito de "Los mejores años de nuestra vida" no es casual. Ganó 7 Oscar, varios Globos de Oro (entre ellos al mejor drama) y un BAFTA a la mejor película, lo que se podría considerar el triplete de los premios cinematográficos. El éxito también se trasladó a las taquillas, recaudando, nada más y nada menos, que más de 11 millones de dólares de aquella época. Fue la pionera de muchas películas que, a partir de ese momento, se centraron en mostrar las dificultades adaptativas de los militares una vez acabado el conflicto. Unos hechos, todos estos, que demuestran que este filme es uno de los mejores de los Oscar y muy probablemente, de toda la historia del cine.

Mi reino por un día

500 DÍAS JUNTOS


Título original: (500) Days of Summer
Año: 2009
País: EEUU
Duración: 95 min
Director: Marc Webb
Guión: Scott Neustadter, Michael H. Weber
Fotografía: Eric Steelberg
Música: Mychael Danna, Rob Simonsen
Reparto: Joseph Gordon-Levitt, Zooey Deschanel, Geoffrey Arend, Chloe Grace Moretz, Matthew Gray Gubler, Clark Gregg, Patricia Belcher, Rachel Boston, Minka Kelly, Charles Walker
Commpañía: Fox Searchlight Pictures

Mi puntuación filmaffinity: 8
Puntuación filmaffinity: 7,0



Así comienza el primero de los 500 días, con un impulso irracional hacia algo peligroso, tentador y prohibido. Y poco a poco nos adentraremos en la historia de esos casi dos años narrados con atrevimiento y eficacia. Realmente hay que ser valiente para hacer una película así en tiempos como estos; una película dulce y amarga, que encierra escenas maravillosamente tiernas y fríos pinchazos de un dolor insoportable. También, y esto es muy importante, abundan los elementos cómicos (con momentos ciertamente brillantes), que le restan pomposidad y presunción a todo el invento. Sobre la historia en sí no quiero revelar nada que no haya sido dicho en la introducción, aunque no hay nada que no se haya dado tantas y tantas veces, tantas ocasiones en que el mundo ha girado en torno a dos personas para súbitamente detenerse y seguir adelante de forma imposible e imparable.


Nótese que la canción es de la propia actriz protagonista

Alejándome de terrenos tan pantanosos, admito que la película me ha causado una honda impresión, y es que merece mis más sinceros elogios. La pareja protagonista está a la altura de un difícil papel. Él es ese hombre cuya existencia tan a menudo niegan las mujeres, mientras que a Zooey Deschanel le toca ser una chica encantadora pero prematuramente desengañada de la vida, hermética y con un punto impredecible, que huye de toda atadura emocional. En verdad, una mezcla tan natural como peligrosa, que se encargarán de acompañar unos maravillosos secundarios y una banda sonora exquisita.

Lo dicho, una película tan dura como encantadora. Pero están todos avisados: quien no sepa lo que es el amor probablemente no entenderá nada (¿acaso por eso se durmió el tipo de la fila siguiente?), el que lo haya conocido posiblemente se asome a un abismo infinito, un abismo lleno de eternidad y de belleza.

viernes, 20 de noviembre de 2009

1945: Quemando neuronas

DÍAS SIN HUELLA

Título original: The lost weekend
Año: 1945
País: EE.UU.
Duración: 96 min.
Fecha de estreno en España: 14 de febrero de 1949
Director: Billy Wilder
Guión: Billy Wilder y Charles Blackett, según la novela homónima de Charles R. Jackson
Música: Miklós Rozsa
Montaje: Doane Harrison
Fotografía: John F. Seitz
Productor/es: Charles Brackett
Compañía: Paramount Pictures
Intérpretes: Ray Milland, Jane Wyman, Philip Terry, Doris Dowling, Frank Faylen et al.

Ganadora de 4 Oscar: película, director, guión adaptado, actor

Don Birnam es un escritor frustrado que tiene problemas con el alcohol. Para ayudarle a dejarlo, él y su hermano van a pasar un fin de semana en el campo, para que cambie de aires. Pero Don no puede evitarlo y, a pesar de que lleva unos cuantos meses sin probar el alcohol, vuelve a recaer. Sin embargo, esta vez no será como las demás.

Después del bochornoso triunfo de "Siguiendo mi camino", parecía que la Academia debía un Oscar a Wilder tras no lograr ninguno con "Perdición" y este año se resarcieron. Pero en esta ocasión resulta que la película lo merecía, no ya por deudas de cualquier tipo, sino porque "Días sin huella" es un auténtico huracán de película.

El filme merece con creces todos los Oscars que consiguió. Billy Wilder, famoso por dirigir comedias, sorprendió a todos con "Perdición" al dirigir cine negro y sorprende aun más con este trabajo, dotado de un dramatismo inmenso, un tono tenebrista muy logrado y auténticas secuencias dignas de una película de terror, como aquella de la alucinación de Don o la del hospital.

El guión, escrito por Wilder junto con Charles Blackett y basado en una novela de Charles R. Jackson, es magnífico. Está llena de frases y situaciones geniales, destacando por encima de todas el magnífico monólogo en el bar de Nat.

Pero si hay algo por lo que destaca "Días sin huella" es por la impresionante interpretación de Ray Milland. Hay veces en las que parece que los actores interpretan movidos por una fuerza sobrehumana, como si estuvieran poseídos por un ente maligno. Esta es una de esas muchas ocasiones. Él sólo llena de fuerza e intensidad cada plano en la que es, muy posiblemente, una de las mejores interpretaciones de la entera historia del cine.

Así que, como ves, los tres aspectos más destacables, guión, dirección e interpretación, fueron los que se llevaron, más que merecidamente, los premios Oscar en esa edición. Y por supuesto el de mejor película, un filme que te arrastra desde el primer momento en que te presenta a Don y es él el que te lleva de la mano sin soltarte durante poco más de una hora y media intensísima. Para poner en alguna reunión de alcohólicos. Seguro que dejaban de beber enseguida.

Bienvenida despedida


DESPEDIDAS


Título original: Alice
Año: 2008
País: Japón
Duración: 131 min
Director: Yojiro Takita
Guión:
Koyama Kundo
Fotografía: Takeshi Hamada
Música: Joe Hisaishi
Reparto: Masahiro Motoki, Tsutomu Yamazaki, Ryoko Hirosue, Kazuko Yoshiyuki, Kimiko Yo, Takashi Sasano, Tôru Minegishi, Tetta Sugimoto, Yukiko Yachibana, Tatsuo Yamada
Commpañía: Amuse Soft Entertainment
Oscar 2008 a la mejor película de habla no inglesa
Mi puntuación filmaffinity: 8
Puntuación filmaffinity: 7,6

Empezando por la conclusión, Despedidas es una película para todos los públicos o casi, a pesar de no tener mucha acción y su considerable duración. Los primeros fotogramas nos revelan ya una estrategia que mezcla temas graves con elementos cómicos. Y un poco de eso trata la película, que gira en torno al sorprendente rito del nokanshi. Esta ceremonia consiste en limpiar y dar buen aspecto a los cadáveres (conservando su honorabilidad en todo momento, sin exponer su piel o cosas similares) e introducirlos en sus ataúdes. Si esto ya suena bastante fuerte en España, mucho más lo es en Japón, donde los temas de honor se llevan a otro nivel. Por ejemplo, por mucho menos que lo de Camps en Valencia (que se pasea orgulloso en Ferraris) un ministro nipón no dudaría (no cito ejemplos por haberlos a patadas) en practicarse un digno seppuku, último recurso para salvar su honor y el de su familia.

Esta historia trata de dar un nuevo y más justo enfoque a la profesión, introduciéndonos en su transcurso cotidiano. Para quien le interese, el protagonista es violonchelista, por lo que la música también desempeñará un papel más o menos destacado en el filme. Por cierto que la banda sonora es de Joe Hisaishi, un viejo conocido nuestro del equipo Ghibli.

Las interpretaciones también me han parecido muy logradas. El jefe está genial en su puesto, por no hablar de la abuelita de los baños y su relación con el otro vejete. En cuanto a él, si no toca el violonchelo en la realidad, se ha quedado conmigo totalmente, aunque lo que más me gustan son las caras que pone en los momentos comprometidos. Además ella me parecía bastante guapa (eso es lo que valoro en las actrices, a ver qué va a pasar) y consigue una relación bastante creíble -aunque quizás un tanto predecible. Por cierto, me encanta que no traten de enmascarar los pequeños defectos físicos de los protagonistas, ¡vaya lección de madurez!

Por lo demás, es cierto que la película juega un pelín con nuestros sentimientos, pero yo se lo perdono casi sin pensármelo, en favor de todos esos detalles que tiene, las pequeñas historias y por qué... pues porque es muy bonita, caray (¡canastos!) Es lo que tiene usar los sentimientos de forma no-torpe, que puede resultar una película divertida, bonita y con alguna profundidad. En fin, como puede observarse, me lo pasé bastante bien viendo la película, que me parece absolutamente recomendable para la gran mayoría de nuestros bienamados lectores. Go for it!

jueves, 19 de noviembre de 2009

1944: Al mal tiempo buena cara

SIGUIENDO MI CAMINO

Títilo original: Going mi way
Año: 1944
País: EE.UU.
Duración: 120 min.
Director: Leo McCarey
Guión: Leo McCarey, Frank Butler y Franc Cavett
Montaje: Leory Stone
Fotografía: Lionel Lindon
Productor/es: Leo McCarey
Compañía. Paramount Pictures
Intérpretes: Bing Crosby, Barry Fitzgerald, Rise Stevens, Gene Lockhart, Frank McHugh, Jean Heather, Stanley Clements et al.

Gandora de 7 Oscar: película, director, guión adaptado, actor, actor secundario, argumento original, canción

El padre Fitzgibbon es el anciano párroco de una antigua iglesia de Nueva York. Su avanzada edad y sus ideas un tanto obsoletas para la época obligan al obispo a enviar un coadjutor más joven y preparado que pueda, con el tiempo, llegar a sustituir al anciano cura. El elegido es el padre O'Malley, un joven apuesto, alegre y entusiasta, que está dispuesto a sacar adelante la parroquia con su energía. Pero pronto se verá que ambos sacerdotes no se llevan demasiado bien, pues sus ideas y su mentalidad están a kilómetros de distancia entre sí.


1944 fue un año crucial para la humanidad, pues suponía la entrada de EE.UU. en la 2ª Guerra Mundial y con ello el principio del fin del conflicto. Ese mismo año se estrenó una película sencilla, sin mucho que destacar, protagonizada por uno de los mejores cantantes del Siglo XX, y fue todo un éxito. El público había hablado. Estaba harto de tanto drama y tanta tragedia. Quería sonreír, cantar y oír historias bonitas. Y la Academia les hizo caso. Después de dramas tan profundos como "Lo que el viento se llevó", "Rebeca", "Qué verde era mi valle", "La señora Miniver" o "Casablanca", era conveniente llenar de premios a una película de carácter optimista y el público la había elegido: "Siguiendo mi camino", posiblemente, una de las peores películas de toda la historia de los Oscar.

Esto no es nuevo. Sucesos como este han ocurrido a lo largo de sus más de 80 años de historia. Y no hay que remontarse tan lejos, tan solo unos años, cuando el 11-S hizo que el mundo se llenase de pánico y un musical muy divertido le arrebató el Oscar a películas como "El pianista". Aunque, ahora que lo pienso, esto también me recuerda mucho a cierta película de unos niños indios... en fin, así es Hollywood.

Las dos películas que comenté antes, tanto "Chicago" como "Slumdog Millionaire" (sí, era esa, habéis acertado), tenían por lo menos algo interesante que sacarles o unos rivales que puede que no fueran demasiado fuertes. Cada uno pensará lo que quiera de "El curioso caso de Benjamin Button" o quizá "El pianista" se parezca demasiado a "La lista de Schindler" y de ahí que no la premiasen. Pero el caso de "Siguiendo mi camino" es demencial pues, a ver si podéis decirme, qué tiene esta película para que gane 7 Oscar y la descomunal (eso es decir poco) "Perdición", de Billy Wilder, no ganase ni uno solo. Intentaré sacarle cosas, pero os digo que me costará.

Para empezar, y curiosamente, el argumento principal no está nada mal. Es original y podría salir una gran historia de ahí. Pero es que todo el filme es una obra para lucimiento de Bing Crosby. Eso sí, menos mal que es él y no Pepito Pérez. Por lo menos podemos disfrutar de una de las más hermosas voces que ha conocido el mundo civilizado. Y hay que reconocer que el tío, a parte de cantar bien, era un figura. Lucía espectacularmente y era muy carismático, así que, al menos, la película se sustenta en una figura entrañable. Pero claro, si al menos actuase sería curioso, pero no, sólo canta y es él mismo. El que sí que actúa es Barry Fotgerald, interpretando al entrañable padre Fitzgibbon, el personaje más carismático y adorable de toda la película. Si no fuese por él, esta película no merecería la pena. No es una interpretación antológica, pero sí tiene una ternura a la que no podemos resistirnos.

El otro aspecto que destaca en "Siguiendo mi camino" (y no hablo de montaje, fotografía y demás parafernalias porque no las hay) es la música. Siempre es agradable escuchar al señor Crosby cantar y sobre todo si las canciones son bonitas, como la que tenéis ahí arriba, una de las mejores de toda la película y otra de las cosas por las que merece la pena verla. Aunque, en este caso, tenemos a San Youtube para que nos libre de dos horas de inutilidad máxima. Pero la mejor de todas las canciones es la que da título a la película, "Going my way", realmente hermosa.

Y poco más que comentar. La película es simpática, eso no se puede negar. Tiene canciones muy bonitas muy bien cantadas y Bing Crosby le da un glamour especial. Todo esto, junto con el edulcorado final, hecho única y exclusivamente para que los vendedores de pañuelos de papel se forren, hacen que esta película, a diferencia de cierto filme de 1929 de cuyo nombre no quiero acordarme, al menos te haga sentir algo mucho más que mero aburrimiento. Entretenida, entrañable, pero no tanto como para conseguir el Oscar y menos enfrentándose a Billy Wilder. Afortunadamente, los académicos de Hollywood también saben de deudas y se acordaron de Wilder al año siguiente con una de las películas más desgarradoras y abominables que jamás he visto. Pero tiempo al tiempo, amigüitos. Hasta mañana, que hay que madrugar.

1943: Paris je t'aime

CASABLANCA

Título original: Casablanca
Año: 1942
País: EE.UU.
Duración: 100 min.
Fecha de estreno en España: 19 de diciembre de 1946
Director: Michael Curtiz
Guión: Julius J. Epstein, Philip G. Epstein y Howard Coch, según la novela "Evebody comes to Rick's", de Murray Burnett y Joan Allison
Música: Max Steiner
Montaje: Owen Marks
Fotografía: Arthur Edeson
Productor/es: Hal B. Wallis
Compañía: Warner Bros.
Intérpretes: Humphrey Bogart, Ingrid Bergman, Paul Henreid, Claude Rains, Conrad Veidt, Sydney Greenstreet, Peter Lorre et al.

Ganadora de 3 Oscar: película, director, guión

En 1941 Europa entera estaba azotada por la guerra. Miles de personas emigraban a Lisboa, donde todos los días partía un avión con destino a EE.UU., la libertad. Unos tenían suerte y podían llegar, pero otros debían cruzar el Mediterráneo y parte de África hasta llegar a Casablanca para allí conseguir unos visados para salir a Portugal. Esto hacía de Casablanca una ciudad donde se reunían personas de todos los estamentos y la más baja calaña para, en muchas ocasiones, no poder salir de allí. Todos ellos se reunían siempre en el bar de Rick, un americano cínico, rudo y decidido, que regenta el local más famoso de la ciudad. Un día, Ugarte, uno de sus más fieles clientes, le pide que guarde unos visados robados que permiten a sus poseedores plena libertad para viajar a donde quieran. Esos visados, particularmente, están reservados para Victor Laszlo, un rebelde que lucha contra en fascismo y que es buscado por los nazis en todo el mundo. Rick accede a guardar los visados, pero todo se complicará esa misma noche cuando llega al bar Ilsa, una hermosa mujer que vivió un intenso romance con Rick años atrás. En ese momento volverán a él recuerdos del pasado que creía olvidados y se plantea la posibilidad de usar los visados para huir con ella. Pero hay un pequeño problema: Ilsa es la mujer de Laszlo, con lo que Rick deberá debatirse entre el amor e irse con Ilsa o el honor político y ayudar a Laszlo y su esposa a salir de Casablanca.


1943 fue un año de enorme presencia bélica en los nominados, reflejo de la situación mundial de la época. Ese año hubo una gran triunfadora: "La canción de Bernerdette", que se llevó 4 de 11 Oscars posibles. Sí, como leéis, esa fue la que ganó más premios ese año. Pero en esta edición hubo una película que estuvo por encima de todas, yo diría que hasta por encima de cualquier película que se estrenó anteriormente, que se estrenó en aquel año, y que se estrenará en las siguientes décadas y en los siglos, hasta que el supervolcán de Yellowstone nos lo permita, claro está. Y esa película es, como no podía ser de otro modo, "Casablanca", la mejor definición de obra maestra que se pueda realizar.

"Casablanca" es una película ejemplar en todos los aspectos. Puede que no sea tan pomposa y llamativa como muchas de las grandes obras de cine de la historia, pero es absolutamente perfecta. Es más, una de esas virtudes está en la ausencia de esa "espectacularidad" en detrimento de la elegancia y la sutileza. Y de esto tiene la culpa la bellísima fotografía, que nos muestra postales realmente inolvidables, como la secuencia en la que Rick y Sam están solos en el bar o toda la última parte del aeródromo, fotograma tras fotograma.

La dirección de Curtiz también le va a la zaga, brindándonos secuencias, algunas de ellas hermosísimas (la carta de la estación, en la que la lluvia borra las letras como si se llevasen ese amor para siempre) y otras simplemente impresionantes (cuando todo el bar canta la Marsellesa, la mejor interpretación del himno que jamás he visto). Las interpretaciones son brillantísimas, desde el impresionante dueto inicial hasta el figurante más insignificante que sólo sale unos segundos (fijaros en los ojos de la moza del vídeo de arriba). Huphrey está magnífico interpretando a un personaje que aparentemente es de hielo, fuerte, que no se doblega ante nada... para luego caer rendido ante la única fuerza de la naturaleza que no puede controlar: el amor. Ingrid Bergman demuestra que no sólo era una mujer bellísima, sino una de las mejores actrices de la historia. Los secundarios como Claud Reins, Peter Lorre o incluso Conrad Veidt, todos ellos, están grandiosos en sus interpretaciones. Si no fuesen por Bogart y Bergman podrían haber exclipsado a los protagonistas.

Pero si hay algo por lo que destaca "Casablanca" es por su guión, que no sé si será el mejor del mundo, pero es el que más frases memorables tiene por segundo. Todo el mundo podría recitar todo el diálogo de la última parte, o muchas de las frases de Rick. Incluso frases inventadas, como el "Tócala otra vez, Sam", que no la dicen en ningún momento, ni siquiera en el doblaje de la nueva versión, en la que sí nos descubren, después de casi 60 años sin saberlo, que Rick luchó contra el fascismo en España (todo un honor, por supuesto). Y todo con un guión que, según dicen, fue escrito sobre la marcha, para que los intérpretes estuvieran en tensión todos el tiempo sin saber cómo iban a terminar sus personajes.

Y es que, la mires por donde la mires, no hay nada que achacarle a esta película. Bueno, quizá el flashback innecesario donde cuentan todo el romance en París, o la famosa escena de la estación en la que llegan empapados y se suben al tren completamente secos. Pero son fallos que no empañan, de ningún modo, la grandeza de esta película mítica, que, no en vano, está en el puesto número 11 en la lista de IMDB de las 250 mejores películas de todos los tiempos. Una auténtica obra maestra, con todas y cada una de las letras.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

1942: Sangre, sudor y lágrimas

LA SEÑORA MINIVER

Título original: Mrs. Miniver
Año: 1942
País: Gran Bretaña
Duración: 130 min
Fecha de estreno en España: 26 de diciembre de 1946
Director: William Wyler
Guión: Arthur Wimperis, George Froeschel, James Hilton y Claudine West, según la novela homónima de Jan Struther
Música. Herbert Stothart
Montaje: Harold F. Kress
Fotografía: Joseph Ruttemberg
Productor/es: Sidney Franklin
Compañía: MGM
Intérpretes: Greer Garson, Walter Pidgeon, Christopher Severn, Teresa Wright, Richard Ney, Dame May Whitty, Henry Travers et al.

Ganadora de 6 Oscar: película, director, guión adaptado, fotografía, actriz, actriz secundaria

La señora Miniver es una madre de familia de clase media que vive en Londres durante la 2ª Guerra Mundial. Sus ingresos le permiten llevar un alto nivel de vida, pudiendo permitirse algunos lujos. Vive felizmente con su marido y con sus hijos, de los cuales el mayor acaba de volver de la universidad. Pero toda esa vida feliz se verá interrumpida cuando los nazis bombardeen la ciudad de Londres.

En una entrada anterior, con motivo de la crítica de "Rebeca", se comentaba lo locos que estaban en la Academia al no premiar otras películas de Hitchcock como "Psicosis" o "Con la muerte en los talones". El porqué no fueron premiadas se debe a la fuerza de muchas de las películas nominadas, pero es cierto que a lo largo de la historia, la Academia de Hollywood ha tomado decisiones más en relación a la camaradería o al sentimentalismo que a la calidad fílmica. Este es el caso que nos ocupa. En plena 2ª Guerra Mundial, donde Europa estaba siendo asediada por el nazismo, surge "La señora Miniver", una película que relata los crueles bombardeos de la Luftwaffe sobre la capital de Inglaterra. Lógicamente, como muestra de solidaridad para con las víctimas, sus hermanos americanos recompensaron a dicha película con media docena de Oscars, todos ellos inmerecidos. Y es que a pesar de no tener fuertes competidoras, están claras las intenciones de los académicos al premiar a esta película.

La cuestión es que "La señora Míniver" es un mero panfleto propagandístico sobre lo malos que son los nazis y lo que sufrieron los londinenses. No dudo en absoluto ninguna de las dos afirmaciones. El problema está en que la película no tiene nada. Es sumamente cursi (lo de la flor llamada señora Miniver roza la vergüenza), hay una historia de amor metida con calzador (afortunadamente la protagoniza la guapa Teresa Wright) y las supuestas escenas de tensión no son tal. La secuencia del piloto alemán es muy interesante, pero lo habría sido más si no hubiera sido mostrado como un ser sin escrúpulos, absolutamente despreciable. Las interpretaciones no están mal, pero no las creo dignas del Oscar. La fotografía tampoco es que sea gran cosa y la dirección, bueno, es William Wyler, uno de los grandes, que demuestra eficacia en todos sus trabajos, pero de donde no hay no se puede sacar.

Ojo, que la película no es aburrida. Es entretenida, sobretodo en los momentos en los que aparece Teresa Wright, que con su dulzura y belleza por lo menos nos hace la visión agradable. Pero es que todo lo que ocurre es ridículo, como el concurso de las flores al final del filme. Lo que alcanza el paroxismo total es la homilía final que hace el párroco en una iglesia destartalada. Que si es la guerra del pueblo, que si hay que luchar, que si patatín, que si patatán. Doce años antes se realizó una película magnífica, una de las mejores de la historia (está en el top 250 de IMDB las mejores películas de todos los tiempos), que criticó la guerra de una forma más elegante y dura que esta. Estoy hablando, claro está, de "Sin novedad en el frente". Aquella tenía al menos duras imágenes, grandes diálogos y una producción espectacular. Pero esta no tiene nada de eso. Es más, no critica la guerra en sí, sino lo pobrecitos que son los londinenses al ser bombardeados.

En fin, un panfleto de dos horas de duración, donde lo único que se puede sacar es la metáfora de la flor, símbolo de la belleza durante la guerra. No se si será una de las peores de los Oscar, porque al menos posee elegancia, conmueve y tiene un director de gran nivel como Wyler, que se resarcirá dirigiendo 17 años después una de las mayores películas de todos los tiempos.

martes, 17 de noviembre de 2009

1941: El grande entre los grandes

QUÉ VERDE ERA MI VALLE

Título original: How green was my valley
Año: 1941
País: EE.UU.
Duración: 120 min.
Director: John Ford
Guión: Richard Llewellyn, según la novela homónima de Phillip Dunne
Música: Alfred Newman
Montaje: James B. Clark
Fotografía: Arthur Miller
Productor/es: Darryl F. Zanuck
Compañía: 20th Century Fox
Intérpretes: Walter Pidgeon, Maureen O'Hara, Roddy McDowall, Donald Crisp, John Loder, Anna Lee, Arthur Shields, Barry Fitzgerald, Patric Knowles et al.

Ganadora de 5 Oscar: película, director, actor secundario, fotografía, decoración

Huw es el pequeño de los Morgan, una familia obrera que vive en un pequeño pueblo galés encajado en un valle. A través de sus ojos nos cuenta cómo fue su infancia, marcada por la mina de carbón, a la que todo el pueblo iba a trabajar y cómo la llegada del señor Grufydd, el nuevo párroco del lugar, cambió su vida para siempre.

Una vez alguien preguntó a Orson Welles, uno de los mejores cineastas de todos los tiempos, cuáles eran sus tres directores de cine favoritos. Todos esperaban con ansia su respuesta, pues era interesante saber a quién seguía un director de ese calibre. El director respondió: "Muy sencillo: John Ford, John Ford y John Ford". La respuesta sorprendió a muchos, pero es lógica, pues si en el mundo hay un director por antonomasia, un realizador al que los más grandes cineastas admiran (entre ellos Spielberg o incluso Scorsese) es John Ford, americano de origen irlandés que tiene el honor de ser el director más oscarizado de la historia, con cuatro galardones. Sus películas han creado escuela, convirtiéndose en un director de obligado estudio para todo aquel que quiera dedicarse a esto del cine.

Volviendo con Orson Welles, el destino hizo que en 1941, ambos directores, posiblemente los más grandes que ha dado este bello arte, se vieran las caras en la ceremonia de los Oscar. El primero lo hizo con una de las películas más impresionantes que jamás he visto y que es con toda justicia una de las mejores de la historia: "Ciudadano Kane". Muchos dicen que fue una injusticia que no ganase el Oscar al mejor director o a la mejor película. Ninguno de ellos sabe que no estaba sólo: se enfrentaba a John Huston con "El halcón maltés", a Hitchcock con "Sospecha" y a John Ford, con una película que, aunque no alcanza la calidad de la de Welles, es digna de quitarle el premio a tan alabada cinta.

"Qué verde era mi valle" es poesía en movimiento. La belleza de sus imágenes, la elegancia y fuerza de su fotografía, conjuga a la perfección con una historia sencilla, intimista, la cual, gracias a la fuerza narrativa de Ford, nos brinda momentos antológicos, como el discurso de la madre de la familia ante los huelguistas o aquella en la que todo el pueblo va a visitarla y le canta una canción. La última secuencia del ascensor de la mina es un ejemplo de lo que es el cine: narración con imágenes, sin palabras, sólo con la iluminación y la exacta colocación de los actores en la pantalla. Es de esas secuencias en las que no puedes evitar la lagrimilla, no sólo por el inmenso drama, sino por la belleza de las imágenes.

Y es esa belleza que inunda la película la que hace que el retrato de ese idílico valle sea real. Ford mima cada fotograma para mostrar, en blanco y negro, el colorido y la alegría de aquel lugar. Curioso es el contraste entre el verde, la alegría y la armonía de la superficie, con el negro, la tristeza y el sufrimiento de la mina. Es maravilloso cómo en un mismo lugar puede haber tanta alegría, tanta belleza, pero a la vez tanto drama y tanto sufrimiento. Y eso el director sabe plasmarlo con maestría y elegancia.

También hay que comentar la labor de los actores porque, si algo es esta película, es la historia de sus habitantes. El pequeño Roddy McDowall es el protagonista, interpretando con mucha dulzura al joven Huw Morgan. Alrededor suya hay otros personajes, entre los que destacan el reverendo Grufyd, interpretado por el actor de curioso apellido Walter Pidgeon. Es un personaje que supone, con sus ideas y su carisma, un cambio, no ya en el pueblo, sino en el pequeño Huw. En él encuentra los motivos para seguir adelante en la vida, para superarse a sí mismo, para llegar más lejos que nadie en el pueblo y llegar a ser alguien.

El otro personaje destacable es el señor Morgan, el padre de la criatura, representado inmejorablemente por Donald Crisp, digno merecedor del Oscar al mejor actor secundario. El suyo es un personaje con gran cantidad de registros, desde la furia del autoritarismo (la desgarradora secuencia de la cena en la que sus hijos deciden ir a la huelga), hasta los momentos más entrañables (cuando realiza con su hijo el problema de la bañera), pasando por los más dramáticos (el accidente de su mujer y el niño). Es deliciosa la relación que mantiene con su hijo, su único atisbo de esperanza, la última oportunidad de hacer que alguno de sus hijos sea alguien importante. Esa relación se muestra en todo su esplendor al final de la anteriormente mencionada secuencia de la cena y es impagable la reacción que tiene al final del filme, cuando su hijo le revela a qué se quiere dedicar en la vida. Imposible no identificarse con él.

"Qué verde era mi valle" puede que no alcance la maestría técnica que logró "Ciudadano Kane", o que no tenga su descomunal guión, pero posee una belleza y una elegancia abrumadoras, y relata una historia tremendamente emotiva y emocionante, que Ford dirige con mimo, pues se podría interpretar como que el propio Huw es el mismo John Ford, que los Morgan son su familia y que ese pequeño valle representa la irlanda en la que vivieron su progenitores. Puede que no sea la mejor película del director americano, pero sí la más personal. Una delicia.

Un murmullo suave

PUEDO ESCUCHAR EL MAR

Título original: Umi ga kikoeru
Año:
1993
País:
Japón
Duración:
72 min
Director:
Tomomichi Mochizuki
Novela:
Himuro Saeko
Commpañía:
Studio Ghibli

Mi puntuación filmaffinity:
7
Puntuación filmaffinity:
6,5



Antes de pasar a hablar de esta película, debo confesar y confieso que debo dos críticas atrasadas, además de dos títulos importantes. Hala, autobofetada virtual. Y una vez adecuadamente castigado, a la harina.

Puedo escuchar el mar es una producción para televisión del equipo Ghibli. Tan poco conocida y tan limitada en su formato, no eran grandes las expectativas que tenía puestas en la película. Sin embargo, me alegra pensar que me equivoqué. Estamos ante una historia sencilla, con muy pocas pretensiones. No obstante, creo que, si nos olvidamos por un momento del cuarto de hora final, el relato es en realidad profundo y sincero, quizás más de lo que parece -y he ahí su gran virtud. A medida que transcurrían los minutos me identificaba más y más con el personaje protagonista; luchador tenaz, bastante apto en general, pero que no acaba de destacar especialmente en nada... y un romántico hasta la médula (aunque le cueste darse cuenta de ello). Además es bastante pardillo y buena persona.

Los personajes están en su año preuniversitario, por lo que no debe extrañar que la trama se haga cada vez más patética, con reacciones infantiles e injustas e impulsos cuyas consecuencias parecen totalmente irreparables. ¡Ah, la melancolía! Por esto no me gusta el final, donde se trata de conciliar todas las emociones desatadas y aliviar las heridas que parecía que nunca tendrían su consuelo. No digo que no hubiese podido ocurrir así, tan solo que no era necesario mostrarlo, ya que le quita generalidad a la historia, además de un poco de su belleza y trascendencia. Pero bueno, al final, el final (esto es lo que mi cerebro entiende por juego de palabras) se salva del desastre y se deja ver.

Como comentario rápido de la música, me gustaría decir que muchas veces parece estar de más. Es decir, aunque es bonita, no acaba de acompañar a la situación, ya sea porque no es la adecuada o porque no se necesitaba acompañamiento en absoluto. Sin embargo, precisamente la banda sonora está muy lograda en los momentos más complicados del filme, ayudándolo a salir airoso de situaciones realmente comprometidas. El tono juguetón y burlón de la música en ciertos momentos no tiene desperdicio.

El resultado global es bueno, aunque me atrevo a pensar que esta vez mi juicio sea demasiado subjetivo. Sea. Dicho esto, me atrevería a colocar esta producción entre las más logradas del estudio, a pesar de ser un título pequeño en muchos sentidos.