jueves, 19 de noviembre de 2009

1944: Al mal tiempo buena cara

SIGUIENDO MI CAMINO

Títilo original: Going mi way
Año: 1944
País: EE.UU.
Duración: 120 min.
Director: Leo McCarey
Guión: Leo McCarey, Frank Butler y Franc Cavett
Montaje: Leory Stone
Fotografía: Lionel Lindon
Productor/es: Leo McCarey
Compañía. Paramount Pictures
Intérpretes: Bing Crosby, Barry Fitzgerald, Rise Stevens, Gene Lockhart, Frank McHugh, Jean Heather, Stanley Clements et al.

Gandora de 7 Oscar: película, director, guión adaptado, actor, actor secundario, argumento original, canción

El padre Fitzgibbon es el anciano párroco de una antigua iglesia de Nueva York. Su avanzada edad y sus ideas un tanto obsoletas para la época obligan al obispo a enviar un coadjutor más joven y preparado que pueda, con el tiempo, llegar a sustituir al anciano cura. El elegido es el padre O'Malley, un joven apuesto, alegre y entusiasta, que está dispuesto a sacar adelante la parroquia con su energía. Pero pronto se verá que ambos sacerdotes no se llevan demasiado bien, pues sus ideas y su mentalidad están a kilómetros de distancia entre sí.


1944 fue un año crucial para la humanidad, pues suponía la entrada de EE.UU. en la 2ª Guerra Mundial y con ello el principio del fin del conflicto. Ese mismo año se estrenó una película sencilla, sin mucho que destacar, protagonizada por uno de los mejores cantantes del Siglo XX, y fue todo un éxito. El público había hablado. Estaba harto de tanto drama y tanta tragedia. Quería sonreír, cantar y oír historias bonitas. Y la Academia les hizo caso. Después de dramas tan profundos como "Lo que el viento se llevó", "Rebeca", "Qué verde era mi valle", "La señora Miniver" o "Casablanca", era conveniente llenar de premios a una película de carácter optimista y el público la había elegido: "Siguiendo mi camino", posiblemente, una de las peores películas de toda la historia de los Oscar.

Esto no es nuevo. Sucesos como este han ocurrido a lo largo de sus más de 80 años de historia. Y no hay que remontarse tan lejos, tan solo unos años, cuando el 11-S hizo que el mundo se llenase de pánico y un musical muy divertido le arrebató el Oscar a películas como "El pianista". Aunque, ahora que lo pienso, esto también me recuerda mucho a cierta película de unos niños indios... en fin, así es Hollywood.

Las dos películas que comenté antes, tanto "Chicago" como "Slumdog Millionaire" (sí, era esa, habéis acertado), tenían por lo menos algo interesante que sacarles o unos rivales que puede que no fueran demasiado fuertes. Cada uno pensará lo que quiera de "El curioso caso de Benjamin Button" o quizá "El pianista" se parezca demasiado a "La lista de Schindler" y de ahí que no la premiasen. Pero el caso de "Siguiendo mi camino" es demencial pues, a ver si podéis decirme, qué tiene esta película para que gane 7 Oscar y la descomunal (eso es decir poco) "Perdición", de Billy Wilder, no ganase ni uno solo. Intentaré sacarle cosas, pero os digo que me costará.

Para empezar, y curiosamente, el argumento principal no está nada mal. Es original y podría salir una gran historia de ahí. Pero es que todo el filme es una obra para lucimiento de Bing Crosby. Eso sí, menos mal que es él y no Pepito Pérez. Por lo menos podemos disfrutar de una de las más hermosas voces que ha conocido el mundo civilizado. Y hay que reconocer que el tío, a parte de cantar bien, era un figura. Lucía espectacularmente y era muy carismático, así que, al menos, la película se sustenta en una figura entrañable. Pero claro, si al menos actuase sería curioso, pero no, sólo canta y es él mismo. El que sí que actúa es Barry Fotgerald, interpretando al entrañable padre Fitzgibbon, el personaje más carismático y adorable de toda la película. Si no fuese por él, esta película no merecería la pena. No es una interpretación antológica, pero sí tiene una ternura a la que no podemos resistirnos.

El otro aspecto que destaca en "Siguiendo mi camino" (y no hablo de montaje, fotografía y demás parafernalias porque no las hay) es la música. Siempre es agradable escuchar al señor Crosby cantar y sobre todo si las canciones son bonitas, como la que tenéis ahí arriba, una de las mejores de toda la película y otra de las cosas por las que merece la pena verla. Aunque, en este caso, tenemos a San Youtube para que nos libre de dos horas de inutilidad máxima. Pero la mejor de todas las canciones es la que da título a la película, "Going my way", realmente hermosa.

Y poco más que comentar. La película es simpática, eso no se puede negar. Tiene canciones muy bonitas muy bien cantadas y Bing Crosby le da un glamour especial. Todo esto, junto con el edulcorado final, hecho única y exclusivamente para que los vendedores de pañuelos de papel se forren, hacen que esta película, a diferencia de cierto filme de 1929 de cuyo nombre no quiero acordarme, al menos te haga sentir algo mucho más que mero aburrimiento. Entretenida, entrañable, pero no tanto como para conseguir el Oscar y menos enfrentándose a Billy Wilder. Afortunadamente, los académicos de Hollywood también saben de deudas y se acordaron de Wilder al año siguiente con una de las películas más desgarradoras y abominables que jamás he visto. Pero tiempo al tiempo, amigüitos. Hasta mañana, que hay que madrugar.

1 comentario:

emera86 dijo...

Pues si, más parece un musical con una cara bonita que una merecedora del oscar a la mejor película por lo que cuentas.