LA MELODÍA DE BROADWAY
Título original: The Broadway melody
Año: 1929
País: EE.UU.
Duración: 96 min.
Director: Harry Beaumont
Guión: Edmund Goulding, Norman Houston y James Gleason
Música: Nacio Herb Brown
Montaje:Sam Zimbalist y William LeVanway
Fotografía: Jon Arnold
Productor/es: Harry Rapf, Irving Thalberg y Laurence Weingarten
Compañía: MGM
Intérpretes: Charles King, Anita Page, Bessie Love, Jed Prouty, Kenneth Thomson, Edward Dillon, Mary Doran, Eddie Kane, J. Emmett Beck, Marshall Ruth et al.
Ganadora de 1 Oscar: mejor película
Hank y Queenei Mahoney son dos hermanas artistas, que después de recorrer un gran número de pequeñas ciudades de la costa oeste de EE.UU., deciden dar el gran salto viajando a Nueva York para triunfar en Broadway. Las dos hermanas llegan ilusionadas con un mundo que les parece de color de rosa, pero con el tiempo sufrirán engaños y tretas y descubrirán el verdadero mundo del espectáculo, un descubrimiento que puede hacer que las dos hermanas, al principio eternamente juntas, comiencen a distanciarse.
Cuando a uno le cuentan que tal o cual película ganó el Oscar a mejor filme en tal año, siempre intenta buscar, al verla, qué es lo que pudo hacer que dicha cinta fuera la elegida. Puede que tenga un gran reparto, que sea una superproducción apabullante o que realmente sea una gran película. Lo extraño es que, con La melodía de Broadway, no encuentro ninguna razón, pues no tiene nada de lo anterior.
Quizá todo venga ya de la ceremonia, una edición un tanto sosa en la que sólo hubo siete candidaturas (la edición con menos candidaturas de la historia) y con sólo siete películas galardonadas, cada una con una estatuilla, claro está. Así que más soso imposible. Y mirad que parece raro siendo en esta ocasión un musical, que se supone debe tener ritmo, fuerza o canciones pegadizas. Pues ni eso. Salvando la primera canción que da título a la película y que podéis escuchar arriba, el resto de canciones no tiene absolutamente nada de atractivo. Ni siquiera la historia tiene interés, ni los actores llaman la atención, ni es un prodigio de la técnica, ni hay impresionantes coreografías... leo por ahí que tuvo un enorme éxito de taquilla. Hombre, estrenándose en el 29, en plena Gran Depresión y con el crack de la bolsa, supongo que algo de alegría y música era bien recibido por el público, que durante hora y media podía soñar con el lujo de Broadway. Pero creedme, esta película no tiene nada. Es infumable. Ni siquiera el pegadizo tema principal y la belleza de Anita Page pueden salvarla.
Sin embargo, la película no es aburrida. Principalmente porque no da tiempo a aburrirse de lo corta que es. Y a pesar de todo, uno puede entretenerse con la puesta en escena de los años 20. Mientras la veía y contemplaba los movimientos de los actores, de los bailes, de los movimientos de las manos de las bailarinas, no podía parar de pensar en las parodias que se hacen del cine de los años 30 y de los musicales clásicos. Así, toda la película la vi como una comedia, una parodia que no era tal, un film que en aquellos años sería el furor, pero que 80 años después (se dice pronto) puede parecer lo más irrisorio del mundo.
Se puede intuir que esta película no me entusiasmó mucho. La verdad, no encontré por donde cogerla. Ha sido mi primera decepción y me temo que no será la última. Afrotunadamente, y ya os adelanto acontecimientos cual Marty Macflay viajando al futuro en su Delorian, toda la calidad que le falta a esta película la sobra a la del año siguiente, una de las mejores y más impresionantes películas que han ganado este insigne galardón. ¿Que cuál es? Mmmm... me da a mí que váis a tener que esperar.
Hank y Queenei Mahoney son dos hermanas artistas, que después de recorrer un gran número de pequeñas ciudades de la costa oeste de EE.UU., deciden dar el gran salto viajando a Nueva York para triunfar en Broadway. Las dos hermanas llegan ilusionadas con un mundo que les parece de color de rosa, pero con el tiempo sufrirán engaños y tretas y descubrirán el verdadero mundo del espectáculo, un descubrimiento que puede hacer que las dos hermanas, al principio eternamente juntas, comiencen a distanciarse.
Cuando a uno le cuentan que tal o cual película ganó el Oscar a mejor filme en tal año, siempre intenta buscar, al verla, qué es lo que pudo hacer que dicha cinta fuera la elegida. Puede que tenga un gran reparto, que sea una superproducción apabullante o que realmente sea una gran película. Lo extraño es que, con La melodía de Broadway, no encuentro ninguna razón, pues no tiene nada de lo anterior.
Quizá todo venga ya de la ceremonia, una edición un tanto sosa en la que sólo hubo siete candidaturas (la edición con menos candidaturas de la historia) y con sólo siete películas galardonadas, cada una con una estatuilla, claro está. Así que más soso imposible. Y mirad que parece raro siendo en esta ocasión un musical, que se supone debe tener ritmo, fuerza o canciones pegadizas. Pues ni eso. Salvando la primera canción que da título a la película y que podéis escuchar arriba, el resto de canciones no tiene absolutamente nada de atractivo. Ni siquiera la historia tiene interés, ni los actores llaman la atención, ni es un prodigio de la técnica, ni hay impresionantes coreografías... leo por ahí que tuvo un enorme éxito de taquilla. Hombre, estrenándose en el 29, en plena Gran Depresión y con el crack de la bolsa, supongo que algo de alegría y música era bien recibido por el público, que durante hora y media podía soñar con el lujo de Broadway. Pero creedme, esta película no tiene nada. Es infumable. Ni siquiera el pegadizo tema principal y la belleza de Anita Page pueden salvarla.
Sin embargo, la película no es aburrida. Principalmente porque no da tiempo a aburrirse de lo corta que es. Y a pesar de todo, uno puede entretenerse con la puesta en escena de los años 20. Mientras la veía y contemplaba los movimientos de los actores, de los bailes, de los movimientos de las manos de las bailarinas, no podía parar de pensar en las parodias que se hacen del cine de los años 30 y de los musicales clásicos. Así, toda la película la vi como una comedia, una parodia que no era tal, un film que en aquellos años sería el furor, pero que 80 años después (se dice pronto) puede parecer lo más irrisorio del mundo.
Se puede intuir que esta película no me entusiasmó mucho. La verdad, no encontré por donde cogerla. Ha sido mi primera decepción y me temo que no será la última. Afrotunadamente, y ya os adelanto acontecimientos cual Marty Macflay viajando al futuro en su Delorian, toda la calidad que le falta a esta película la sobra a la del año siguiente, una de las mejores y más impresionantes películas que han ganado este insigne galardón. ¿Que cuál es? Mmmm... me da a mí que váis a tener que esperar.
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