martes, 5 de enero de 2010

1968: La apoteosis del cine musical

OLIVER!

Título original: Oliver!
Año: 1968
País: EE.UU.
Duración: 145 min.
Fecha de estreno en España: 19 de diciembre de 1969
Director: Carol Reed
Guión: Vernon Harris, según la novela "Oliver Twist" de Charles Dickens
Música: Lionel Bart
Montaje: Ralph Kemplen
Fotografía: Oswald Morris
Productor/es: John Woolf
Compañía: Columbia Pictures
Intérpretes: Ron Moody, Shani Wallis, Mark Lester, Oliver Reed, Harry Secombe, Hugh Griffith, Jack Wild, Clive Moss et al.

Ganadora de 5 Oscar: película, director, dirección artísica, música, sonido

Oliver Twist es un niño que malvive en un orfanato de Inglaterra. Debido a su mal comportamiento, es expulsado del orfanato y vendido a un funerario, el cual le maltrata, con lo que el pequeño Oliver decide huir hacia Londres, la gran ciudad, donde espera hacer fortuna. Allí conoce a Dodger, un pequeño ladronzuelo que le invita a su casa donde le presenta a Fagins, un vulgar ladrón que utiliza a los niños para hacer pequeños hurtos. Oliver decide quedarse a vivir con ellos pues, a pesar de ser una banda de ladrones, son las personas que mejor le han tratado en su vida.


Supongo que ya sabréis que soy un enamorado de los musicales. Pero este amor no me vino desde pequeño, sino que, al igual que el amor por el cine, hay una película que hace que ese amor florezca en ti. Para mí, el que lo inició todo fue "Oliver!", un musical que debería estar en el podio de los grandes filmes del género, pero que no goza de demasiada fama a pesar de su impresionante calidad. Sí, pues mientras que "West side story" es el mejor y más original musical jamás rodado y "Sonrisas y lágrimas" es el más conocido, "Oliver!" es, sin ninguna duda, el más espectacular y divertido.

No os tiréis de los pelos todavía. Puedo admitir que "Cantando bajo la lluvia" sea el más divertido musical de todos, pero es que "Oliver!", a demás de divertido, es espectacular. Y esa espectacularidad se debe en gran medida a la puesta en escena. Goza de unos decorados hiperrealistas, muy alejados del estilo de cartón piedra de "My fair lady" o "Mary Poppins". Gran parte de ese realismo se debe a la descomunal fotografía de Oswald Morris, que iluminando u oscureciendo ciertas partes del decorado, da una sensación de profundidad muy lograda. No puedo quitarme de la cabeza la hermosura del plano final en el que los dos mejores personajes de la película, de los cuales hablaré luego, se van alejando hacia el amanecer.

El otro factor que influye en la grandiosidad de esta película es en los números musicales. No tienen nada que ver con los de "My fair lady", ni siquiera con los de "West side story". Aquí no temenos a seis o siete personas bailando a la vez. Ni siquiera a veinte o a treinta personas, sino a todo un escenario, posiblemente centenares de extras, todos bailando al unísono, moviéndose todos al compás, desde el actor que está en primer término hasta el que figura en el al final del todo, en el fondo del escenario. Ese decorado ensanchado por el director de fotografía es aprovechado para llenar de bailarines unos números musicales apoteósicos. Tenemos muchos ejemplos, como el de la primera canción después del "intermision", o el baile que provoca Nancy en el bar. Pero si hay un número musical que defina perfectamente lo que digo, es más, que define claramente el espíritu alegre y enérgico de la película, es el de "Consider yourself", que podéis ver arriba. A pesar de lo espectacular que resulta verlo en la ventanita pequeña del reproductor, en una pantalla más grande y con una visión más nítida es realmente impagable.

Y siguiendo con el vídeo de arriba, y teniendo en cuenta que lo hayáis visto, os habréis topado con uno de los mejores personajes de toda la película, el sinvergüenza pero carismático Dodger. Este chaval, no sé si por su carisma, su simpatía o su chistera, conquista el corazón del espectador de una forma increíble. No en vano, estuvo nominado como mejor actor secundario a pesar de su corta edad. Y el chaval hace un trabajo magnífico. El otro personaje que se gana el afecto del espectador es el de Fagins, un rufián y egoísta ladrón que, sin embargo, trata a Oliver mejor que cualquier persona le trató antes. El actor Ron Moody, nominado muy merecidamente, pero no ganador (creo que injustamente), del Oscar al mejor actor principal, te roba el alma con sólo verle bailar unas danzas y cantar unas canciones imposibles, además de que su personaje es encantador por su ambigüedad y su carisma. Estos dos seres, Fagins y Dodger, son los dos mejores personajes de toda la película y su última aparición, la anteriormente mencionada escena de los dos alejándose al amanecer, debería considerarse como una de las más bellas de la historia de los musicales. El resto de personajes, a pesar de encariñarse con ellos (la atractiva Nancy, el terrorífico Bill Stikes, e incluso el odioso señor Bumble), no alcanzan el carisma que los dos anteriores. Quizá, el personaje menos atractivo sea el del propio Oliver, que tiene un tufillo de niño repelente asqueroso, pero como es muy rico y no sale demasiado, pues no importa.

"Oliver!" es el máximo exponente del musical made in Hollywood, y yo diría que el último de todos. Su cercanía con la década de los 70, época de reinvención temática del cine, no dejó lugar a este género tan edulcorado. De hecho, hubo que esperar la friolera de 34 años hasta que un musical ganase de nuevo el Oscar a la mejor película. Fue "Chicago", en 2002, pero su estilo, más sobrio, no tiene la espectacularidad y la grandeza de "Oliver!", ni siquiera de los grandes musicales clásicos. De ahí la importancia de esta película, reconocimiento que no se le ha dado ni siquiera en este Siglo XXI. Es una desgracia, pues este gran musical es una gozada, un film grandioso con el que grandes y pequeños los pasarán pipa. ¿Por qué creéis que en el título le han puesto un signo de admiración al nombre de Oliver? Porque es un musical admirable.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Para mí la mejor versión de Oliver Twist que se ha rodado jamás. A su lado, la peli de ese pedóf... digo, de Polanski es un ñordo humeante.