miércoles, 10 de septiembre de 2008

Hay trenes que conviene no dejar escapar

EL TREN DE LAS 3:10

Título original: 3:10 to Yuma
Año: 2007
País: EE.UU
Duración: 120 min.
Estreno en España: 5 de septiembre de 2008
Director: James Mangold
Guión: Dereck Hass, según un guión anterior de Halsted Welles y Michael Brandt
Música: Marco Beltrami
Reparto:
Christian Bale, Russel Crowe
Productora: Relativity media, Tree Line Films

Dan Evans es un granjero de Arizona que pasa por una mala racha. A la sequía y la enfermedad de su hijo se le suma que el ferrocarril va a pasar por sus tierras, con lo que los constructores intentan hacerle la vida imposible. Tras ser incendiado su granero Dan viaja a la ciudad para ir a ver al jefe de los ferrocarriles y llegar a un acuerdo, pero allí conoce a Ben Wide, un sanguinario forajido que es capturado por las autoridades. Tras apresarle deberán llevar a Wide al tren de las 3:10 que lleva a la prisión de Yuma, con lo que un grupo de hombres deberá custodiar a Wide hasta la estación. Desesperado por su situación, Evans acepta tan peligrosa misión a cambio de una cuantiosa suma de dinero, sin importarle el peligro que su misión conlleva.

El western es un género que consiste en crear, a partir de un guión simplísimo, una obra maestra. Quizá por eso no esté de moda ese género pues si se tiene un guión muy simple te acusan de falta de imaginación y, además, es muy difícil crear una obra maestra. Así tenemos westerns dignos que se cuentan con los dedos de una mano, como "Sin perdón", "Open Range"o "El tren de las 3:10". Y es este último un caso sorprendente pues uno no se explica como semejante peliculón (con las mayúsculas más grandes que existan), con semejantes actores se haya estrenado un año después en España y, lo peor, haya pasado sin pena ni gloria por los Oscars, siendo junto con "No es país para viejos", la mejor película del año pasado.

Puede que suenen exageradas estas palabras, pero son ciertas. "El tren de las 3:10" es una obra maestra, un western portentoso hecho a la antigua usanza pero actualizado, con la violencia y acción que caracteriza al cine actual. Se puede decir que es una mezcla de los westerns de Sergio Leone y "Sin Perdón", de Eastwood. No solo no aburre en ningún momento, sino que la película emociona e impresiona, por su intensidad y por su belleza. La fotografía y la música son geniales, al igual que la impresionante ambientación, pero es la dirección la que hace que, de un guión simplísimo, salga una película grandísima.

Los actores son otro tema para hablar. Mucho se ha dicho de los papeles. Que si estos estaban cambiados, que si Wade era mejor para Christian Bale y viceversa... No se que tal funcionaría así, pero lo cierto es que los dos actores lo bordan, cosa lógica teniendo en cuenta que Russel Crowe y Christian Bale son actualmente dos de los mejores actores del momento. Llenan a su personaje de un carisma que hace que te identifiques con ellos de forma inmediata. Es interesante ver la doble morar le los personajes, cómo Wade, que tras su faceta de hombre rudo y violento hay un hombre con una gran sensibilidad.También llama la atención como las intenciones iniciales de Evans cambian a medida que transcurre el filme.

Y se llega al final y uno se da cuenta de que falta algo. Falta esa escena en la que uno se carga a todos o ese final portentoso que se quedará siempre en tu retina. Pero no os preocupéis, pues seguro que llega. La parte final del pueblo es grandísima. Recuerda a "Solo ante el peligro" y al final de "El hombre que mató a Liberty Vallance". La última escena, con el tren marchándose, es de los mejores finales que se han visto en el cine y recuerda al famoso final de esa obra maestra titulada "Centauros del desierto".

Por eso, cuando uno sale del cine de ver "El tren de las 3:10", sale con una gran sensación de placer, de haber visto algo grandioso. Pero también con una sensación de amargura, de desasosiego, al ver cómo la pésima distribución de la película ha hecho que este filme pase sin mucho ruido por las carteleras de este país. Una absoluta vergüenza pues, como la vida misma, hay trenes que es mejor no dejar escapar nunca, y el que lleva a Yuma es uno de ellos.

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