domingo, 15 de noviembre de 2009

1939: Un gran año

LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ

Título original: Gone with the wind
Año: 1939
País: EE.UU.
Duración: 225 min.
Fecha de estreno en España: 17 de noviembre de 1950
Director: Victor Fléming
Guión: Sidney Howard, según la novela homónima de Margaret Mitchell
Música: Max Steiner
Fotografía: Ernest Haller
Productor/es: David O. Selznick
Compañía: MGM/Selznick International Pictures
Intérpretes: Vivien Leigh, Clark Gable, Olivia de Havilland, Leslie Howard, Hattie McDaniel, Thomas Mitchell, Barbara O'Neil et al.

Ganadora de 9 Oscar: película, director, guión, actriz, actriz secundaria, montaje, fotografía, dirección artística, logros técnicos (uso de equipamiento coordinado)

EE.UU., mediados del siglo XIX. Escarlata O'Hara, la primogénita y caprichosa hija de una noble familia sureña, es la chica más amada de la región. Todos los chicos quieren cortejarla, pero ella ama sólo a Ashley Wilkes, un chico sencillo que, aunque está enamorado de ella, decide casarse con su prima Melania Hamilton. A pesar de ello, Escarlata le ama y tendrá como principal objetivo en su vida casarse con él. Pero todo empeora cuando estalla la Guerra Civil, un conflicto que se extenderá mucho más de lo que todos esperaban y que cambiará la vida de todos para siempre. Escarlata verá perturbada su vida de lujos y facilidades y deberá enfrentarse a la vida ella sola, en una sociedad azotada por el hambre, sin dejar de luchar por sus sueños.


1939 fue el año del final de la Guerra Civil y del inicio de la 2ª Guerra Mundial. Pero como suele ocurrir, dentro de toda esa destrucción y ese horror siempre hay hueco para la belleza. Y es que ese año es, para el que esto escribe, uno de los mejores años en la historia del cine. No hay más que ver algunos de los trabajos nominados a la mejor película: la romántica "Cumbres borrascosas" de William Wyler, la intensa "Caballero sin espada" de Frank Capra, la poderosa "La diligencia", del gran John Ford y "El mago de Oz" y "Lo que el viento se llevó", ambas dirigídas por Victor Fleming. Todas son grandísimas películas y muchos se preguntarían por qué tal o cual no ganó el Oscar. La respuesta está en que la última de todas, la adaptación del best seller de Margaret Mitchell, es, con toda justicia, una de las mejores obras de arte de la historia.

Seguramente a muchos esta película les de miedo. Es normal, pues no sólo tiene exactamente 70 años (muy bien cumplidos, eso sí), sino que dura casi cuatro horas. Pero en el momento en que uno vence sus miedos se va a encontrar con uno de los espectáculos más alucinantes que jamás habrá visto, y lo digo en serio. La primera parte de la película, de una hora y tres cuartos de duración, está hecha, simplemente, para deslumbrar. Sin terminar de arrancar del todo el argumento (toda esta 1ª parte se dedica a desarrollarlo) y presentando a los personajes, se suceden uno tras otro, planos impresionantes de una estética arrolladora, con tremendos claroscuros, con siluetas negras sobre fondos naranjas o azules, con zooms kilométricos y decorados grandiosos. De verdad, me resulta imposible describir lo que he sentido con estas escenas, desde el imponente inicio, con unas gigantescas letras blancas, sobre un fondo naranja, que atraviesan la pantalla de derecha a izquierda bajo la inconfundible sinfonía del gran Max Steiner, hasta la famosa secuencia de "A Dios pongo por testigo", que concluye la 1ª parte, pasando por la inmensa escena de la estación, un único plano secuencia general que nos muestra un campo entero infestado de soldados moribundos (la mayoría de ellos eran muñecos con traje militar, pero no se lo digáis a nadie, que se pierde el glamour). De todas estas escenas, mi favorita es la que tenéis arriba, especialmente el final. Os juro que se me puso la carne de gallina.

Lo que hace que estas escenas sean realmente espectaculares es la impresionante fotografía, que combina la colocación de los actores y la cámara con un colorido realmente intenso. Y es que es el color lo que hace que esta película sea lo que es. Yo siempre he pensado que una película en color tiene más posibilidades de ser mejor que una película en blanco y negro, pues el color no sólo supone un aliciente estético para la película, sino también narrativo. La intensidad de los colores, que ensalza a la descomunal fotografía de Ernest Haller, expresa a la perfección la grandilocuencia y fastuosidad de la época en la que suceden los hechos. No se puede concebir "Lo que el viento se llevó" en blanco y negro, es imposible.

En la segunda parte de la película, gran parte de esos majestuosos planos desaparecen, centrándose más en los personajes y los sucesos que les acontecen. No presenciamos secuencias de fotografía espectacular y movimientos de cámara imposibles, pero sí interpretaciones antológicas. A pesar de que tanto Leslie Howard en el papel de Ashley, como Olivia de Havilland como Melaina, están impresionantes, es la pareja protagonista la que se lleva la palma. Vivien Leigh está impresionante en todos los aspectos, que recrea a la perfección el papel de Escarlata O'Hara en una mezcla de belleza e intensidad interpretativa. No podemos dejar de enamorarnos de ella, pero a la vez no podemos dejar de odiarla por lo que hace. Nos sentimos como uno de sus muchos pretendientes. Clark Gable está muy bien. Muchos pensarán que se interpretaba a sí mismo, como el galán que era. Lo cierto es que viendo lo dispares que eran sus papeles en "Sucedió una noche" y "La tragedia de la Bounty", el papel de Rhet Butler no tiene nada de repetitivo ni de sencillo. Mención a parte merece la actriz Hattie MacDaniel, la actriz que interpreta a Mami, un papel simpático que no es gran cosa, pero que hizo que la actriz se convirtiese en la primera intérprete afroamericana que ganaba un Oscar.

"Lo que el viento se llevó" estuvo nominada a 13 Oscar, pero sólo ganó 8, todos ellos merecidísimos. Además, fue todo un éxito entre el público, siendo hasta la fecha (durante ni más ni menos que 7 décadas) la película más taquillera de la historia, si tenemos en cuenta el valor del dolar por aquella época, claro está. Pero lo que hace que esta película sea mítica, a parte de su éxito comercial y artístico, es su leyenda: sin contar las segundas unidades, que se encargabas de dirigir otras secuencias al mismo tiempo, tuvo tres directores distintos, Sam Wood, George Cukor y Victor Fleming, el que firmó la cinta y también director de "El mago de Oz". El caso de Cuckor fue bastante especial. Se dice que Gable, harto de que se centrase sólo en las protagonistas femeninas posiblemente debido a su homosexualidad, se enfadó e hizo que lo despidieran, contratando a Victor Fleming, amigo personal del actor. Las malas lenguas dicen que uno de los motivos del enfado de Gable con Cuckor era que el intérprete odiaba a los homosexuales.

Hay muchas más curiosidades del rodaje, como que Gable se llevaba tan mal con Vivien Leigh que antes de cada escena de beso ingería grandes cantidades de cebolla. La verdad, es que Gable estaba de bastante mal humor en el rodaje. Se estaba divorciando y la productora tuvo que pagar los gastos del divorcio para que aceptase rodar la película. Calamidades de Hollywood. Pero lo más curioso es que el actor Thomas Mitchell, que da vida al padre de Escarlata O'Hara, ganó ese mismo año el Oscar al mejor actor secundario por su simpático papel de médico en la película "La diligencia". ¿O fue quizá una forma de reconocer la labor del actor sin hinchar aún más a la gran triunfadora? Un hábito muy común en la historia de los Oscar.

En fin, creía que no iba a decir mucho sobre esta película, pero me ha salido un churro enorme. Lo cierto es que la película se lo merece. Una de las mejores películas de la historia, posiblemente la mejor de todas, donde cada aspecto, por mínimo que sea, es perfecto. Conjuga a la perfección lo técnico, lo estético y lo narrativo, creando una película legendaria, que no envejece y que es toda una leyenda del séptimo arte.

Y esta es la última película de los años treinta. Entramos ya en los años 40, una década donde el cine alcanzó cotas de perfección casi insuperables, donde se pasearon las más brillantes estrellas del firmamento de Hollywood y los más impresionantes y poderosos cineastas de la historia. Al año siguiente triunfaría el más famoso director británico de suspense y el siguiente, 1941, sería el año del irlandés más americano de todos, considerado con toda justicia como el mejor director de cine de todos los tiempos. Pero esto lo dejaremos para futuras entradas.

3 comentarios:

emera86 dijo...

Una crítica excelente!! Buen trabajo!! No comparto tu opinión de la película, pero tal vez porque me enfrenté a ella con una edad en la que aún no tenía mucho criterio cinematográfico. Habrá que intentarlo de nuevo en algún momento...

Anónimo dijo...

Te se ha olvidao mencionar "Las aventuras de Robin Hood", que tambien es de 1939

Chuparrocas dijo...

OH MY DOG!!! ¡Es cierto! Robin de los bosques, con Errol Frlinn cortando el bacalao!!